La selección de Löw arrancó como firme candidato y humilló a Portugal: lo goleó 4-0 y lo dejó con muchas dudas de cara al futuro. Los goles, triplete de Müller y uno de Hummels. Cristiano no estuvo a la altura y mostró no estar al ciento por ciento.
La persistente duda era si jugaba Cristiano. Y finalmente no lo hizo: la que jugó fue Alemania. Jugó con CR7 y con todos su compañeros. Los vapuleó. Los bailó. Los mareó. Y les dejó en claro que cristianos, protestantes u ortodoxos, ellos sí no son pura facha. Los alemanes, candidatos en serio, sí se merecen el marketing: humillaron a una selección que en Salvador fue clase B y le hicieron precio con el 4 a 0.
Un penal de ésos que sólo se cobran en Brasil. Un Cristiano que si estaba para entrar a la cancha no hizo mucho por demostrarlo. Un Pepe que se hizo expulsar como una metáfora: cuando él perdió la cabeza, Portugal ya había perdido la línea. Un rival tibiecito. Demasiadas ventajas para la practicidad, la experiencia y la contundencia del equipo de Löw. Que le recordó al mundo que el fútbol son 11 tipos corriendo y los alemanes ganando.
Te demueller. Eso hace Alemania. Con el instinto asesino de su figura del área, la calidad en la pegada de Kroos, el desequilibrio de Goetze, llegó a Brasil con la firme intención de quedarse hasta la final. Y le hizo precio a Portugal. Un Portugal que se fue escuchando el ole de la tribuna cuando hasta Neuer se animó a salir jugando y los estruendosos silbidos a Cristiano. Que si alguno lo dudaba, en Salvador no jugó.
SALVADOR (ENVIADO ESPEFCIAL).
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