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» » Lionel Andrés Messi: Infancia


1 Lionel Andrés Messi nació el 24 de junio de 1987 en la Clínica Italiana de Rosario; pesó 3,600 kilos. Hijo de Celia Cuccittini, alias Puchi, y de Jorge Messi, tiene dos hermanos mayores (Rodrigo y Matías) y una hermana menor (María Sol). Se criaron en una casa de la calle Lavalleja, en el barrio La Bajada, sudeste de la ciudad de Rosario.


2 Se llama Lionel pero en España lo rebautizaron Leonel y le quedó Leo. Así le gusta que lo llamen y así firma. Se puede ver en las publicidades y en su web oficial.

3 “Cuando mi vieja lo mandaba a hacer compras, Leo iba con la pelota. Si no, no iba. Y si no tenía pelota, se la armaba con bolsas o medias”. Palabra de su hermano Matías.


4 Cintia Arellano era su mejor amiga en la infancia. “Era muy tímido con todos, pero conmigo hablaba más. Estaba todo el tiempo en su casa, sólo salía para jugar a la pelota. Lo único que le gustaba era el fútbol. Cuando jugaba, le pegaban, se caía y lloraba, pero enseguida se paraba y seguía corriendo”. Retrato de amiga.



5 Cintia era su compañera en la Escuela N° 66 General Las Heras. Y reveló algunos secretos de aulas: “Un día le gritaron Piqui, y le quedó ese apodo. En el cole, Leo era muy vago pero no le iba mal. Yo le pasaba los machetes en la regla. Cuando jugaban a la pelota en gimnasia, los chicos sabían que el que ganaba el pan y queso, ganaba el partido, porque lo elegían a él primero y listo”.



6 “¿Me lo prestás?”. A Salvador Ricardo Aparicio, el viejito de 62 años que dirigía a la categorías más chicas de Abanderado Grandoli, el club que quedaba a 15 cuadras del hogar de los Messi, le faltaba un jugador para completar el equipo de la categoría 86. Miró a la tribuna del club y vio al pequeño Lionel de 4 años meta patear contra una pared. Estaba con su mamá y su abuela, habían ido a ver a uno de los hermanos de Leo. Aparicio, entonces, le hizo el pedido a la madre. Como dudaba, el DT le propuso: “Lo pongo al lado de la puerta, cosa de que si se larga a llorar, estás vos al lado y lo podés sacar”. No lo sacó ese partido ni ninguno más del resto del año.



7 Conclusión: Lionel empezó a jugar a los 4 años en el baby fútbol de Grandoli, el club donde había jugado toda la familia, en canchas de tierra. Después de Aparicio, el DT de Leo en Grandoli fue Jorge Messi.



8 “A los cuatro años ya notamos que era distinto. Hacía jueguitos y dormía la pelota en la punta del botín, no lo podíamos creer. Un poquito más grande, jugaba con los hermanos, que le llevan 7 y 5 años, y los bailaba. Es un don, es algo que nació con él”. Palabra de Jorge Messi, año 2003, en El Gráfico.



9 Celia, la abuela materna, lo acompañaba a Grandoli y siempre estuvo muy presente en el corazón de Leo. Es recordada la anécdota en un clásico contra Alice que terminó con tole tole y con la nona revoleando una botella de vidrio al padre de uno de los rivales.



10 Cuando en la celebración de cada gol Leo mira el cielo y señala con el dedo índice hacia arriba, lo hace pensando en su abuela Celia, fallecida en 1998. “Nos bancaba todos los caprichos, los primos nos peleábamos por dormir en su casa. Pienso mucho en ella y le dedico mis goles, querría que estuviera aquí pero se fue antes de verme triunfar. Eso es lo que más rabia me da”, confesó Leo en Mundo Deportivo, año 2009.



11 Toda la familia iba a ver a Leo al club, pero un día papá Jorge no pudo pagar la entrada, no lo dejaron pasar y fue la última vez que Leo se puso la camiseta naranja de Grandoli.



12 A los 7 años, a instancias de uno de sus hermanos mayores, Rodrigo, recaló en las divisiones inferiores de Newell’s, donde estuvo hasta los 13 años. Leo, su padre, y Rodrigo son fanas de la Lepra.



13 Los picados de los domingos, en la calle, saliendo de la casa de su abuela, eran a muerte. Jugaban Leo y su primo Emanuel Biancucchi, los dos más chicos, de un lado, y Maxi, su otro primo (ex Flamengo, hoy en Cruz Azul de México) y Matías, su hermano, en el otro. El rito era siempre el mismo: la abuela se levantaba temprano para amasar los fideos y al rato iba llegando la familia. “Nosotros comíamos a las apuradas para salir a la calle y jugar sin parar hasta las 6 de la tarde”, contó Matías Messi. Armaban dos arquitos en la calle y jugaban a seis goles, “pero como a Leo no le gusta perder, armaba quilombo y empezaba a llorar. Había que seguir hasta que él ganara”, aseguró el hermano Matías. Y concluyó: “Nos matábamos, terminábamos pelados por el asfalto. Leo era una pulga y no se la podíamos sacar y encima Emanuel atajaba bien, así que cuando ganábamos los volvíamos locos y nos quería pegar”.



14 ¿Cómo lo recuerda Leo? “Terminábamos mal, siempre peleados. Aunque ganáramos nosotros, mi hermano me jodía igual porque sabía que me calentaba. Siempre terminábamos mal, yo llorando y recaliente”. Más de una vez volaron piñas.



15 Las patadas más bravas no son las de ahora, por supuesto. “¡Cómo le pegábamos! En realidad lo sacudíamos de impotencia y mi viejo siempre me retaba” (Matías Messi).



16 También había desafíos barriales. Allí se curtió en serio. Sigue el hermano: “Por ahí algún domingo nos íbamos a la placita y le hacíamos partido a cualquiera. Nunca perdíamos. Al principio no nos querían jugar porque Leo era muy chiquito y Emanuel también, pero terminaban felicitándolo. Leo tenía 9 años y jugaba contra pibes de 18 o 19 y no lo podían parar”.



17 Aunque lo disimule bastante bien, el pibe tenía flor de carácter de niño. “Una vez me peleé con mi primo en su casa, estaba mi abuela también. Terminaron todos en mi contra, me echaron y no me dejaban entrar. Entonces les empecé a tirarle piedras al portón y a darle patadas” (Contada por Leo).



18 En el colegio también “jugaba” su partido. “No hacía lío, era tranquilo, pero un desastre para estudiar, no me gustaba, iba para atrás en todas las materias”, admitió Leo. “No sé cómo hacía pero a las maestras se las compraba, lo amaban porque era bueno, nada más”, completa Jorge.



19 A los 11 años se le detectó un problema con las hormonas de crecimiento que retrasaba su desarrollo óseo. El tratamiento costaba 900 dólares por mes. Durante un año y medio el dinero fue aportado mayoritariamente por la obra social y la Fundación Acindar, empresa en la que trabajaba papá Jorge. Hasta que se cortó. “Podríamos haber dejado el tratamiento, pero me dijeron que no era muy conveniente”, admitió el padre.



20 Como Newell’s no quería pagar el tratamiento, Jorge acercó su diamante a River. “Quedó en el club pero querían que nosotros peleáramos para conseguir los papeles del pase. Me llamaban todos los días, pero yo no quería saber nada”, recuerda Jorge. Aquel dirigente hoy debe tener pedido de captura de Interpol.



21 Newell’s tomó nota del exagerado interés de Núñez por contar con Messi, entonces modificó el rumbo y les prometió a los Messi que se harían cargo del tratamiento. “Pero tuve que ir como 40 veces para que me dieran 200 pesos y me cansé”, aseguró Jorge.



22 La salida a España combinó la situación laboral, la del país y la deportiva. La familia vio los densos nubarrones que se cernían sobre el país hacia 2001 y entonces papá Jorge habló con la prima de su madre, que vivía en Lérida, cerca de Barcelona, pidió licencia en Acindar y viajó para probar suerte. Fue a comienzos del 2001. Y se quedó.



23 Al mismo tiempo, a Leo lo venía siguiendo un ojeador del Barcelona. Leo se presentó a las pruebas que duraron dos semanas, con 13 años y 1,40 de altura, con chicos dos años más grandes, pero igual la rompió. Después de algunos titubeos, Barcelona lo fichó y se hizo cargo del tratamiento, que duró un año más. 


24 Durante dos años Leo se tuvo que poner inyecciones todas las noches. “Estaba un poco más chico que los demás, pero adentro de la cancha no se notaba”, contó Leo.

25 ¿Quién aplicaba las inyecciones? El mismo Leo. “La gente que me veía se sorprendía o se ponía mal. A mí no me molestaba ni me dolia. A cualquier lado que iba llevaba la jeringa en un estuche y la ponía enseguida en la heladera, si iba a la casa de un amigo, por ejemplo. Después agarraba y me la aplicaba yo mismo en el cuádriceps. Todas las noches era así. Un día en una pierna y otro día en otra”.

26 ¿Qué siente un chico de 13 años que debe dejar su tierra y sus afectos? Leo: “Cuando me fui, lloré mucho, lloraba por todo lo que dejaba en la Argentina, pero al mismo tiempo tenía una ilusión y sabía que era para mejor”. También fue difícil el comienzo en España: “Me encerraba en la pieza y lloraba. No quería que mi papá me viera. Extrañaba mucho”.

27 ¿Nunca pensó en volverse? “Al año de estar en España, mi hermano se quería volver porque no aguantaba más y fui yo quien decidí seguir, aunque ellos regresaran. Me preguntaron qué quería y yo elegí quedarme”. Está claro: el chiquilín tenía personalidad y las metas muy claras.

28 Josep María Minguella fue entrenador de fútbol, ayudante de Rinus Michels en el Barcelona y en 1975 se convirtió en intermediario. Su primera contratación fue la de Maradona: llegó a la Argentina en 1977 buscando a un wing derecho que jugaba en Argentinos (Jorge López) y se deslumbró con el muchacho de rulitos. El Barcelona recién pudo comprarlo en 1982. En 2000 fue el hombre clave que permitió el fichaje de Messi. Según cuenta en su autobiografía, sus contactos en la Argentina le insistieron para que fuera a ver al fenómeno de 13 años. Lo vio e insistió para que le tomaran la prueba en Barcelona. El presidente Joan Gaspart y el director deportivo Carles Rexach no estaban convencidos porque implicaba el traslado de toda la familia. Los Messi viajaron, Leo la rompió en varias prácticas pero nadie se animaba a tomar la decisión hasta que Rexach organizó un partido entre dos equipos juveniles: Messi, que por edad era Infantil B, jugó para el Infantil A, contra un equipo de chicos más grandes. La descosió. De allí mismo, Rexach y Minguella se llevaron a los Messi a una cafetería para firmar el contrato simbólico en una servilleta.

29 “En Barcelona, a 14 de diciembre de 2000 y en presencia de los Srs. Minguella y Horacio (por Gaggioli, colaborador de Minguella y hombre de confianza de los Messi), Carles Rexach, secretario técnico del FCB, se compromete bajo su responsabilidad y a pesar de algunas opiniones en contra, a fichar al jugador Lionel Messi siempre y cuando nos mantengamos en las cantidades acordadas”. Este es el texto de la servilleta, de puño y letra de Rexach, presentada como documento en “Casi toda la verdad”, la autobiografía de Josep María Minguella. La carta es una prueba de las dudas que existían por el fichaje.

30 El 1° de marzo de 2001 se firmó el primer convenio entre Messi y el Barcelona, con dos años de duración. Se determinó una escala de lo que ganaría Leo desde el fútbol base hasta la primera (60.000 euros). Y también se fijó un salario para papá Jorge como “informador de partidos”. Así se justificaba la residencia de la familia en Barcelona.

31 El Barcelona aceptó pagarle el tratamiento pero en un comienzo hubo dificultades, se retrasó el crecimiento y esto obligó a aplicar un método más intensivo y más caro.

32 No todo fueron rosas en esos primeros meses en Barcelona. “Mi situación y la de mi familia es gravísima. He hecho todas las previsiones económicas para sustentarnos hasta el corriente mes, en el que debían ponerse en vigencia definitiva los acuerdos firmados y hoy me encuentro sin previsiones de nuevos cobros y sin un interlocutor que me informe sobre cuáles serán las acciones a seguir”. Esta descarga pertenece a una desesperada carta escrita por Jorge Messi al presidente Gaspart el 9 de julio de 2001. Ocurría que el contrato requería la firma de un vicepresidente, sin la cual la tesorería del Barcelona no podía pagarle a Jorge Messi.

33 Los Messi volaron a España a fines del 2000 y se radicaron en marzo del 2001. El Barcelona pidió el transfer a través de la Federación pero Newell’s no lo mandó. Leo estuvo unos meses sin jugar, hasta que medió la FIFA y terminó habilitándolo. El argumento era que un chico de 14 años tenía que estar con el padre. Y el padre se había ido a vivir a España, donde trabajaba de “informador de partidos”.

34 “En España tuvo un desarrollo que no se puede creer”, recuerda Jorge. Creció 29 centímetros en 30 meses.

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