Juan Pablo Varsky analiza el presente del presidente de la AFA, luego de que fallara el proyecto del torneo de 38 equipos y plantea la posibilidad de que los clubes se independicen en una Liga profesional.
Grondona se quedó solo. Retiró de la agenda la kermés de 38 equipos. No le quedó otra. Ya se había desmarcado el Gobierno. Después de que los propios dirigentes de los clubes hubieran admitido la "intervención de Balcarce", los principales funcionarios se llamaron a silencio. Tras negar lo evidente, Don Julio se defendió y hasta se adjudicó el esperpento. Programó la Asamblea para noviembre y dio por consumada la aprobación. Sin embargo, los mismos directivos que habían habilitado el estudio en la primera votación (22 a favor, 4 abstenciones y 1 ausencia) registraron el enfático rechazo popular. Hinchas y socios, amigos y rivales, coincidieron todos, acaso por primera vez: el experimento era un mamarracho.
Los presidentes, que responden a sus asociados, comprobaron que no tenían margen para el sí en la próxima reunión. Sin respaldo del Gobierno ni de los dirigentes, Grondona mandó el proyecto al freezer. Se refirió a un "aluvión destituyente" y vinculó las malas interpretaciones con operaciones de prensa. Es evidente que sus enemigos (Grupo Clarín y Daniel Vila) aprovecharon el espacio para colar a través de sus medios esos asuntos personales y abrigarlos bajo la frazada de "la bronca de la gente". Los políticos opositores también vieron lugar para meterse, figurar y fijar posiciones.
Pero aún aceptando esas interesadas amplificaciones, el motivo del rechazo es profundo y espontáneo. Si el 80% de los hinchas, toda la oposición y tus principales enemigos mediáticos están del otro lado, el problema es tuyo. Porque lograste unirlos con esta iniciativa. La marcha de ayer en la AFA confirmó, otra vez, que la virtualidad no hace la revolución. Una cosa es escribir #chauGrondona en Twitter o apretar "Me gusta" en Facebook y otra es ponerle el cuerpo a una manifestación. Los hinchas y, sobre todo, los socios tienen un desafío mucho más factible: exigir que su propia dirigencia defienda sus derechos. El compromiso y la participación podrían desembocar en una solicitud concreta de Asamblea de Socios para tratar, por ejemplo, una propuesta de campeonato largo, eliminación de los promedios y Promociones, calendario de marzo a diciembre, reformulación del Tribunal de Disciplina y del Colegio de Árbitros, sanciones a los clubes con las finanzas arruinadas y la activación del decorativo Tribunal de Cuentas.
En un país con enorme desproporción entre hinchas y socios, el reclamo no va más allá de la descarga emotiva y efímera. Los presidentes y principalmente Grondona lo saben muy bien. Ése es el espíritu del "Todo Pasa". Sin embargo, puede generarse una oportunidad de cambio, solo si aficionados y dirigentes deciden involucrarse. ¿No habrá llegado la hora de que los clubes de primera división empiecen a pensar en la posibilidad de independizarse de la AFA y crear la Liga Profesional con estatuto y reglamento propios? Imaginarse una competencia en la que los mismos equipos negocien los derechos de TV colectivamente para evitar asimetrías "alla" España y que cobren directamente, sin la actual intermediación de la AFA. ¿Por qué la AFA debe ocuparse de la élite que puede autogestionarse? Las selecciones, el ascenso y las Ligas provinciales sí necesitan la ayuda de la Asociación. Grondona tiene el poder que le han dado los clubes de primera. Le regalaron la caja. Negocia, reparte, perdona deudas, tapa agujeros y protege a directivos. Así gana elecciones. Pero no siempre se le ocurrirá la genialidad de armar una kermés con 38 equipos para ponerse a todos en contra. Mientras su sistema funcione, nunca se quedará solo.
jpvarsky@lanacion.com.ar
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